Prologo FFW 2.0


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16 años 3 meses antes #55 por Nest_Vader
Respuesta de Nest_Vader sobre el tema Prologo FFW 2.0
Dolor. Era dolor. Llegó intensamente al tenebroso Sith y fue un tormento mucho mayor que todo cuanto Darth Nest se había creído capaz de soportar hasta ese momento. Ya estaba cerca de la enorme y negra torre de gobierno de Dathomir. Podía avistarla unas cuantas calles más allá. Su objetivo y sus presas estaban cerca, pero el padecimiento era insoportable, tanto que no podía moverse del sitio en el que se vio obligado a caer de rodillas. Sabía lo que era aquel dolor, mas hacía rato ya que no se le presentaba, quizás por la distracción que representaban los combates contra los mandalorianos. Era hambre… hambre de poder.
El hambre, cuya razón no se explicaba, muy probablemente debido a su falta de memoria, lo hacía sentirse enfermo y con la garganta tan reseca que habría sido imposible para él tragarse aunque sea un solo bocado. La oscuridad no cambiaba, no a causa de los humos de la ya finalizada batalla por el planeta, que se arremolinaban en el cielo, o por la noche. Su visión, la cual conseguía gracias a la Fuerza y no a sus carentes ojos, se había opacado. Para colmo, respirar le era difícil, y aturdido como se hallaba, moverse era una tarea irrealizable. Aún así, no cedió y siguió combatiendo con el hambre en su interior. De repente, de un solo golpe, el dolor se esfumó. Ya no le turbaba la mente ni le carcomía adentro de su ser. Nest de algún modo sentía que conocía todas las argucias de la consternación, por lo que se puso en pie de inmediato.
Por la revelación de su pasado, y en sí de su vida, estaba decidido a acabar con las brujas que albergaba la torre, y sólo la muerte podría detenerlo. No sentía deseo ni necesidad de descansar, sino de mantenerse alerta. Cuando su vista estuvo de nuevo estable, oyó tras él una risa histérica y desenfrenada, que se propagó como un eco mediante los callejones de la ciudad. Antes de volverse para conocer al emisor de semejante carcajada, una explosión le pilló por sorpresa. No se esperaba un acto tan sucio y ruin por la espalda. Sin embargo, por inesperado que fuera, un tirón de la Fuerza le hizo saltar hacia atrás. Nest se dejó llevar por la detonación, girando en el aire para aterrizar de pie en medio de una cornisa, a dos niveles de la calle.
Nest activó su sable de luz y buscó con la mirada a su atacante, pese a no ver nada. Una sensación de peligro, que le envió su poder, lo obligó a agacharse cuando un proyectil pasó sobre él. El estallido hizo temblar al edificio. Una nube de humo se elevó en la habitación. Luego de que se dispersara un poco el polvo del escombro de la pared destruida, Nest giró sobre sí mismo, dándose cuenta de que una figura anaranjada penetraba en el recinto. Era el mandaloriano Lors.
- Es hora de jugar - le dijo Lors, entre risas, al Sith.
Nest se enfrentó a Lors y se descubrió frente al cañón de un lanzallamas. Un chorro de fuego buscó al oscuro guerrero, quemando su deplorable, aunque fornido, cuerpo.
- Me temo que no se puede deformar más semejante cadáver andante - comentó el mandaloriano -. Es una pena. Me habría encantado infligirte mucho dolor y verlo reflejado en tu rostro.
- Lo que no te mata, te hace extraño - emitió Nest, a modo de respuesta.
- Dímelo a mí. - Su esquizofrénica carcajada acalló el sonido de las brasas por un momento.
El adepto al Lado Oscuro alzó su arma, y nuevamente Lors activó su lanzallamas. Estando en una posición tan vulnerable, el lord Sith se alejó de un salto, empleando la Fuerza para salir del edificio y descender en la calle. Rozó con la hoja de energía de su espada sus heridas, de manera que fueran cauterizadas. Nest respiró un poco más tranquilo, pero sólo por un momento. El Sith volvió a ser una figura borrosa en movimiento, girando briosamente su sable con la intención de destruir la lluvia de pequeñas cargas explosivas que partía hacia él desde la plataforma en la que se encontraba el demente mandaloriano. Una inmensa bola de fuego se erigió sobre Nest. Éste, sin embargo, se protegió con el sable hasta correr y alejarse.
Ningún número de diminutas bombas podía separar al Sith de su espada láser, que tan perfectos movimientos le ayudaba a realizar. No obstante, el cohete que había salido del lanzamisiles ubicado en el hombro izquierdo de Lors, era excesivo aun para un gran Sith, y cuando el furioso misil se acercó a Nest, no le quedó más remedio que tirarse en el piso. El proyectil hizo que la edificación con la que dio volara completamente. Otro proyectil fue en dirección al lord Sith, el cual lo esquivó como al anterior. El peligroso cohete siguió a Nest, quien movió el sable a ciegas, inútilmente. Consiguió evadir por unos segundos al misil, mas su arma se le resbaló de las manos, cayendo unos metros lejos de él. Volvió a enfrentarse al proyectil, y supuso que podría sortearlo con facilidad y recuperar de paso la espada de luz, pero entonces un mandaloriano se interpuso en su camino, apuntándole con un lanzallamas. Lors dejó escapar una más que prolongada risa, acompañada por unos pensamientos sicóticos y febriles.
Nest casi podía percibir la ofuscación que se anidaba en la mente de aquel hombre. Por seres como Lors, estaba seguro, es que la Fuerza debía extinguirse. Sí, y todos en el universo eran así… Pero, ¿por qué había dicho semejante cosa? ¿Eran esos sus pensamientos en el pasado? Ahora lo recordaba. El último sueño que había tenido en el bosque de Dathomir, poco antes de llegar a la ciudad, contenía preguntas similares en contra de la Fuerza.
Un calor intenso trasladó a Nest de nuevo a la realidad. Momentos antes de que una oleada de llamas chocara con él, el Sith se arrastró en el pavimento y recurrió a la Fuerza, recuperando su sable de luz. Se movió como un relámpago para bloquear el siguiente fogonazo de Lors. Cuando éste le arrojo un detonador térmico, el Sith controlaba mejor la situación y pudo atajar la carga y desviarla hacia el propio mandaloriano. Sin embargo, Lors se había movido ya, arrojándose a un lado y escupiéndole fuego con su arma a su enemigo.
La agresión maniática del miembro del escuadró mandaloriano Omega, se vio interrumpida por el misil perseguidor que él mismo disparó hacía unos minutos. Incapaz de distinguir entre amo y objetivo, el proyectil surcó los aires cargando contra Lors, que consiguió acertarle varias veces, deteniendo apenas su trayectoria, ya que finalmente estalló. La ignición hizo que rodara por el suelo.
Nest fue de inmediato a por el mandaloriano, moviendo el sable de luz. Lors lo esquivó y saltó en el aire hasta caer lejos, intentando mantener las distancias con la mortífera hoja y efectuando algún disparo ocasional de su lanzallamas o arrojando bombas. El mandaloriano parecía gozar del caos y la destrucción. Su irritante rictus parecía que jamás se apagaba.
- La risa es más fuerte que la espada - dijo.
Nest tuvo que admitir que el hombre, pese a su desequilibrio, era bueno en combate. Le estaba dando demasiados problemas y le resultaba complicado siquiera tocarlo. Pero se mantuvo a la ofensiva, obligando a Lors a defenderse de las sucesivas estocadas. Un paso en falso y… Sucedió, de repente. Nest asestó un golpe largo a la izquierda y las llamas se amontonaron a su alrededor. A continuación, un golpe lo arrojó lejos del mandaloriano. Sintió cómo atravesaba una pared de plastiacero y caía en un sitio inundado de gente, a la que oyó gritar desesperada.
Lors dejó de activar su arma e ingresó al edificio en el que había aterrizado el Sith. Se hallaba en un refugio de damnificados, repleto de víctimas civiles del asedio de Mandalore. Cientos y cientos de seres, de distintas razas, observaban con ojos de desesperación y desconcierto a Lors. Él sonrió por el desasosiego que causó su presencia en aquella morada. El miedo que provocaba le parecía gracioso y la idea de derramar sangre inocente le resultaba extremadamente divertida. Bajo su casco, sus ojos escrutaron el lugar, mas no localizaban por ningún lado a Nest.
- ¡Vamos, sal de donde estés! - le gritó extraviado Lors al oculto lord Sith.
Nadie emergió en respuesta a las exclamadas palabras del mandaloriano.
- Bien - inquirió Lors -. Tú lo has decidido, Nest. Esta noche morirá mucha gente. Y te aseguro que siempre cumplo mi palabra. - Su particular y atronadora carcajada atormentó los pensamientos de los refugiados. La atención del mandaloriano fue a parar a las caras de los damnificados -. ¿Saben qué creo? Que les hace falta un poco de chispa.
Totalmente enloquecido, disparó su lanzallamas contra los civiles. Empezó a oír el desconcierto por doquier. Hombres, mujeres y niños corrían por todas partes, ardiendo. A metros de la zona podían escucharse los llantos de la desesperación y la risa encrespada de Lors. Del refugio comenzó a salir la gente, huyendo de aquel infierno en el que caían cadáveres tras cadáveres.
Cuando Lors menos se lo esperaba, estando deleitándose por el ignominioso acto que había cometido, una sombra apareció a sus espaldas. Darth Nest lo golpeó una y otra vez hasta que llegó a quebrarle el casco. Aunque el pútrido puño del Sith coalicionó en varias ocasiones con el mandaloriano, del semblante de éste, el cual era lúgubre, no se borró jamás la amplia sonrisa que expresaba. Nest vio en los ojos de su enemigo que éste se había dado cuenta de que no podría derrotarlo. Luego de que se concede mentalmente la derrota, su realidad se vuelve inevitable. El Sith hundió la hoja de su sable láser en el pecho de Lors, la sacó y la giró para separarle la cabeza de los hombros. El cráneo mutilado rodó por el suelo polvoriento y se detuvo, aún con aquella siniestra sonrisa.
Nest desactivó el sable, avanzó un poco y aplastó la cabeza del recién caído con una pesada bota. Alzó la vista. No sabía si sentía más odio que repulsión por los refugiados, o quizás era lástima. Se dio media vuelta y salió del edificio, cayendo en cuenta de que se hallaba rodeado por mandalorianos guiados por Faror.

Continuará…

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16 años 3 meses antes #56 por Ralph Maul
Respuesta de Ralph Maul sobre el tema Prologo FFW 2.0
Un ambiente de ira e incertidumbre envolvía el recinto del líder Mandaloriano, las noticias de la ocupación en Dathomir recorrían toda la galaxia, ¿Qué les evitaba actuar a los Jedi y a la república? , ¿Acaso tenían mejores cosas que hacer mientras los Mandalorianos intentaban ocupar por 2da vez la galaxia?... Todas estas interrogantes pasaban por la mente del Lord mas sin embargo al
fin había conseguido la añorada paz solo el Sith fugitivo preocupaba le preocupaba en estos momentos… aquel oscuro ser que ya se había pronunciado anteriormente y había exigido a Darth Nest con vida se había atrevido a faltarle el respeto a él y a su gente. Era un individuo que merecía ser temido, lleno de poder y de recursos Mandalore no se atrevía a decepcionarlo, al menos no ahora, necesitaba más poder pero hasta no entregar a Darth Nest se le haría imposible continuar.

Una vez más el gigantesco holoproyector se activo esta vez para dar voz y forma al líder del escuadrón OMEGA, Comandante Faror, al servicio del ejercito Mandaloriano que se reportaba para informar de las últimas novedades a su comandante en feje.

Faror: Saludos Lord Mandalore. Le informo de las últimas novedades de la misión que nos encomendó.

Mandalore: Excelente, a estas alturas ya han debido capturarlo… ¿no es así comandante?

Faror: (se aclara la garganta) Lo lamento milord, pero aun estamos buscándolo, tuvimos que separarnos para buscarlo, ya se ha enfrentado a Nel y Zosh con resultados inesperados..

Mandalore: ¿a qué se refiere con inesperados? (subiendo el tono de voz)

Faror: Pues los ha vencido, Los lectores muestran que aun viven, Zosh y Nel están en estado crítico pero un grupo de búsqueda fue a recogerlos

Mandalore: No esperaba que los derrotara tan fácilmente…

Faror: Yo tampoco mi señor...pero despreocúpese ya le he dado órdenes a Lors de detenerlo a TODA COSTA!! Y si él no lo hace YO MISMO lo hare!, así tenga que sacrificar mi vida en el intento!!

Mandalore: Eso espero comandante… eso espero…

Faror: ASI SERA! (se corta la comunicación)

el comandante mandaloriano y sus hombres estaban solo a unos cuantos metros del ultimo sitio donde el radar habia posicionado a Lors, si este no habria logrado detener al Sith, al menos habria logrado retrasarlo lo suficiente como para que su lider lo despachara. Se trataba de un refugio para civiles y una atmosfera de terror y caos rodeaba el lugar..en la cercania ya visible se encontraba Darh Nest..

l..Continuara..

Mandalorians don't make threats. We make promises.

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16 años 3 meses antes #57 por Nest_Vader
Respuesta de Nest_Vader sobre el tema Prologo FFW 2.0
Darth Sollum, atravesando unas puertas de duracero, ingresó en la que constituía la cámara más opulenta del Palacio Imperial de Korriban: el salón del trono. Dos guardias reales se erguían, en posición de firmes, a ambos lados de la entrada, vestidos con rojas túnicas que les cubrían del cuello a los pies, y con cascos totalmente cerrados, salvo por dos ranuras oculares que eran pantallas visuales modificadas de manera electrónica. Sus filosas armas siempre estaban a punto.
La habitación estaba en penumbra, iluminada sólo por el resplandor de los cables que descendían hacia los niveles inferiores de la tenebrosa edificación, llevando energía e información. Mientras Sollum contemplaba el siniestro lujo del aposento que ocupaba todo el centro del gigantesco y piramidal palacio, avanzaba sobre el rocoso suelo. Pasó junto a unos zumbantes trasformadores y subió los muchos escalones que conducían a la plataforma donde se hallaba el trono del Señor Oscuro. Bajo esa plataforma, flanqueándola, estaba un pozo que ahondaba hasta alcanzar una gran profundidad. Al final de la suspendida plataforma, había una pared con una circular y enorme ventana. Sentado en un complejo sillón repleto de controles, frente al ventanal, mirando fijamente el firmamento, estaba el Emperador, lord Loire.
El Señor Oscuro observaba toda esa vista, al tiempo que Sollum se aproximaba tras de él. El vasallo se arrodilló. Loire dejó que esperara, mientras examinaba el tétrico paisaje ante él y se imaginaba el espacio exterior que había más allá, con una sensación de gloria superior a todo cálculo: todo eso era suyo, y lo que no, lo seria pronto. Y lo había obtenido por su astucia. Porque no siempre fue así. Antaño, en los días en que sólo era un aprendiz, la galaxia había sido de muchos. De hecho, aún lo era. Mas el tiempo de tal error estaba llegando a su final. Debía desaparecer esa fiebre esparcida por las estrellas. El miedo al Lado Oscuro tenía que ser la única epidemia existente en el universo.
Darth Loire meditaba sobre cómo ocupó el lugar de su maestro. El antiguo líder de la orden fue un mentor ejemplar, y su habilidad como guerrero no tenía rival. Su conocimiento se alzaba hacia lo desconocido. No obstante, poseía sus fallos; el mayor de ellos era la cuestionable e inestable lealtad al poder mismo. Loire casi podía asegurar que su maestro odiaba a la Fuerza. Consideraba que la Fuerza era la culpable de todo, en especial, del sufrimiento y las penurias. Hubo muchas veces en que pudo ver en quien fuera su instructor el aura con la oscura mancha del rencor y el aborrecimiento. Sin embargo, no como tenía que sentirlos un Sith, ya que nadie contiene en su interior semejantes pasiones por la Fuerza. Loire siempre se preguntó qué habría inculcado tanto odio en su maestro hacia lo que lo hizo tan magnánimo. Tendía a concentrarse incluso en su destrucción a expensas de la imagen global.
El Emperador cerró los ojos y se concentró. A su mente vino la imagen de su poderoso mentor. Iba ataviado con una túnica y una capa negra de tela zeyd, tocado por un capuchón, dejando su aterrador rostro oculto tras una máscara con rasgos que simbolizaban la muerte. Ese falso rostro, blanco y demacrado, como el de una calavera, no tenía ojos; en su lugar, habían sombríos huecos. Lo que existía bajo todo ese traje, a Loire siempre le pareció un fornido cadáver ambulante, un cuerpo momificado que llevara mil años muerto. No comprendía cómo vivía, y que además fuera el hombre más poderoso de la galaxia… Bueno, eso ya era simplemente increíble para él. Ni siquiera era viejo. Más bien, daba la impresión de que algo lo estaba royendo con lentitud. Las partes de su cuerpo estaban unidas por la Fuerza. De no ser así, cada fragmento se hubiese desprendido como si de un rompecabezas se tratase. Loire se imagino que podía oler el hedor de podredumbre que emanaba del cuerpo descompuesto y consumido de su maestro. Probablemente, en ese instante, la sensación sólo era algún efecto producido por el aire reciclado, el cual pasaba por docenas de filtros para asegurar que no hubiera ninguna posibilidad de que se pudiese introducir cierto gas venenoso en él. Todos esos procesos de ultraje muy bien podían acabar eliminando toda la vida del aire, y tal vez fueran la causa de que estuviera impregnado de aquel terrible olor a muerte.
El anterior Señor Oscuro de los Sith había dado gloria al Imperio, pero no lo llevo al triunfo absoluto. Eso era una cuestión que Darth Loire sí estaba dispuesto a realizar. Las complicaciones y contratiempos eran de esperar, y acabaría por resolverlas, como ya se encontraba haciéndolo. Lo único que importaba era el gran plan, y éste se iba desarrollando con paso firme y seguro. Los Jedi no tardarían mucho en acabar en el matadero. Los ataques imperiales habían conseguido debilitar a las fuerzas republicanas. Los Sith las consideraban fulminadas. Las batallas habían evitado hasta el momento que la República arribara a Dathomir y salvaran a ese miserable mundo de las manos mandalorianas. Ah, los mandalorianos… esos guerreros, esas sabandijas, que Loire controlaba como títeres a cambio de promesas. Después de haber entrado en conflicto Sith y mandalorianos, lo mejor fue formar una alianza para obtener mutuos beneficios. A cambio de planetas, lord Mandalore le entregaría a Darth Loire al ser al que más despreciaba éste, aquel al que más ansiaba asesinar con su sable de luz, con la precisión y crueldad de un nexu: a lord Nest. Eventualmente, los mandalorianos también caerían en un futuro. Era mejor así. Ese clan le resultaba muy útil, pero había un aspecto en el que era como un chirru: córtale la cabeza y otra aparece para sustituir a la que has cortado. Loire soltó una pequeña risa, divertido por la comparación que acababa de hacer en sus hondos pensamientos. Aunque otros gremios eran peligrosos, ningún grupo podía enfrentarse al reverso tenebroso.
La Fragua Distante, la enorme estación de combate en la que se fabricaba todo el armamento y todas las naves del sombrío Imperio, jamás sería localizada por nadie que no perteneciera al Alto Mando Sith. Mientras el mercenario que había construido la enorme factoría se mantuviera en sociedad con Loire, él seguiría nutriendo a la fragua de la energía del Lado Oscuro. Únicamente así, se producía la tecnología más avanzada de la galaxia.
El Señor Oscuro estaba aprovechando las oportunidades. A través de fraudes, mentiras, traiciones, inteligentes promesas y astutas maniobras, se las arreglaba para salir victorioso sobre todos y todo. Debía admitir que los subterfugios, los sobornos y los terrores lo definían muy bien.
Emperador… ¡Cuánta gloria y poder encerraba el nombre! La República y las demás organizaciones se desmenuzaban, aunque no se dieran cuenta, y el Imperio resplandecía con sus propios fulgores y siempre así sería, porque Darth Loire sabía lo que otros no querían creer: la oscuridad y la Fuerza son las aliadas más poderosas. Lo supo toda la vida, en el fondo de su ennegrecido corazón, pero volvía a aprenderlo todos los días: tenientes sediciosos, aprendices traicioneros, funcionarios poco escrupulosos, codiciosos lores terratenientes, asesinos sádicos y avariciosos, maestros hambrientos de poder dedicados a la política imperial. Nadie era inmune. Todos aventaban las energías oscuras de sus entrañas. El Señor Oscuro, como hiciese su maestro antes que él, reconocía esa verdad y la empleaba, en su propio engrandecimiento, por supuesto. Porque su alma era el negro centro del Imperio. Contemplaba, tras la ventana, la densa impenetrabilidad de la noche insondable. Era tan condensadamente oscura y abismal como su propia alma; como si él fuera, en cierto modo, esa misma lobreguez; como si su espíritu fuera en sí mismo el vacío sobre el que él reinaba. El pensamiento le hizo sonreír: él era el Imperio; él era el universo.
A sus espaldas, percibió a Sollum, que todavía esperaba puesto de rodillas. ¿Cuánto tiempo llevaba así ese lord Sith? ¿Cinco minutos? ¿Diez? No lo sabía a ciencia cierta, pero no importaba porque el Emperador, el nuevo regente de su casta, a quien le debía su devoción y fidelidad, no había terminado su meditación. A Sollum, empero, no le importo aguardar, ni lo advirtió. Porque, a pesar de no estar de acuerdo en un principio con la coronación de Loire, para él siempre era un honor, una noble acción, arrodillarse ante los pies de su gobernante, fuera quien fuera éste. Observó en su interior, buscando la reflexión de su mirada. Su poder era ahora enorme. Vibraba en su persona, resonando con las oleadas de la oscuridad que fluían del Emperador. Se sintió ensalzado por esa energía que brotaba como un fuego azabache, como electrones demoníacos buscando un blanco. Permanecería allí pacientemente, ya que su señor estaba indispuesto. Después de unos largos instantes, el trono rotó hasta encarar a Loire con Sollum.
– Álzate y habla, súbdito mío – mandó Loire.
– Mi señor, hemos interceptado una transmisión de Coruscant – comentó Sollum –. Hay informes sobre un ejército republicano de contra invasión que irá a Dathomir a defender el planeta de los mandalorianos.
– No podrán hacer mucho – respondió el Emperador –. Lo he previsto. La República ya perdió su control sobre Dathomir. La mayoría de los Jedi están fuera de la capital republicana, dirigiendo las batallas contra nuestras fuerzas. Al menos que el maestro Dalen envíe a los pocos caballeros que quedan en el Templo Jedi, dudo que Dathomir pueda librarse de ese grupo de bribones que lo han conquistado. – Hizo una breve pausa –. ¿Y hay algún mensaje reciente de Mandalore?
– Nada, Majestad. Si llega uno, se lo transferiremos a usted.
– Bien. Tu trabajo será mantenerme informado. – Su rostro se tornó furibundo –. Vete a la sala de mando.
– Sí, Alteza. – Se puso en pie y salió.
El Señor Oscuro de los Sith, el Emperador Loire, volvía la cara hacia el oscuro panorama, tras la ventana, para observar, de nuevo, parte de sus dominios.

Continuará…

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16 años 3 meses antes #58 por Zeros Metalium
Respuesta de Zeros Metalium sobre el tema Prologo FFW 2.0
Las calles estaban tranquilas. Demasiado tranquilas. El humo de las ardientes barricadas creaba una niebla que, unido al silencio que inundaba la ciudad, creaba una atmosfera desconcertante e inquietante. Solo el ruido de los pasos de Zeros rompia este silencio hasta cierto punto molesto. El mercenario, que habia salido de la alcantarrilla por la que supuestamente habia "escapado" tambien Nest Vader, encontro signos de una cruenta batalla en la calle donde se encontraba. Pudo llegar a la conclusion que diversos disparos habian echo blanco en la carretera. Posiblemente serian disparos de un rifle francotirados. En el edificio mas alto habia impactos de laser en su azotea, asi como en la fachada del edificio de enfrente. Sin lugar a duda, Nest se habia encontrado con alguien que intento acabar con el. Sin embargo, no habia rastro del sith ni de su contrincante. Zeros subio a la fachada del edificio para tener una mejor vista. Ya en el pudo comprobar que se habia lanzado un misil al edificio proximo. Encontro un rifle francotirador, dividido en dos. Previsiblemente, un corte provocado por un sable de luz. Habia gran cantidad de agujeros de bala en las paredes de la azotea. El mercenario siguio mirando a los edificios hasta que descubrio algo: era un hangar. Bajo las escaleras y pronto llego a la planta del hangar. Como suponia, faltaban dos speeders. Zeros monto en uno e intento encontrar la ruta que habian tomado los dos. No fue muy dificil. Pronto se percato de que habia impactos laser de gran calibre en los edificios. Seria del speeder del perseguidor de Nest... Pronto se puso en marcha para averiguar donde le llevaria el rastro.
Pronto el rastro de disparos desaparecio, convirtiendose ahora en un rastro de trozos de fuselaje de los speeder. La velocidad a la que tenian que haber ido era superior a la que podian aguantar los vehiculos. Siguio este nuevo rastro que le llevo a un puesto de vigilancia mandaloriano abandonado. Se estaba acercando, sin duda. Avanzando, descubrio donde se encontraba los vigilantes de dicho puesto. A lo lejos, pudo ver los restos de un speeder empotrados en un gran muro. Sin vacilar, se dirigio hacia el con una mano en el manillar y la otra en su espada laser: podian estar aun allli. Al llegar, descubrio un edificio con un agujero lo suficiente pequeño como para que entrara un speeder. Aparte, en un claro, encontro lo que eran las horquillas de direccion de la que se suponia se habia estrellado. El mercenario no lo penso dos veces. Se dirigio al edificio con su sable activado en una mano y una Westar 32 en la otra.
No tardo mucho encontrar los restos de la speeder, alojados en la pared del piso 12. Zeros estaba alerta... podia pasar cualquier cosa. Sentia la presencia de alguien amenazandole. Apuntandole. Pero el comunicador se activo...
Faror: Aqui Faror a todos los soldados. Tenemos a Nest Vader en las puertas de la torre de Gobierno. A todos los soldados, acudir a la torre del gobierno.
Zeros escucho detenidamente el mensaje, y llego a la conclusion. Si Nest estaba en la torre...¿quien estaba en el edificio? La pregunta pronto tuvo resuesta.
Zosh: Si no eres Nest... ¿quien demonios eres?
Zeros: Eso mismo me preguntaba yo...
Zeros se giro y vio la armadura azul del mandaloriano. Los dos bajaron las armas al verse uno al otro.
Zosh: Zosh, miembro del escuadron omega del ejercito mandaloriano.
Zeros: Zeros Metalium, mercenario a sueldo. Al parecer seguimos a la misma persona.
Zosh: Yo no la sigo... la mato.
Zeros: Espero que lo consigas. Vamos, tengo un speeder aqui.
Zosh: Lo siento, no comparto vehiculo con un asqueroso mercenario.
Zeros: Esta bien...
Zosh: (apuntandole) Asi que dame las llaves.
Zeros: ¿Pero que crees que haces?
Zosh: No voy a compartir el vehiculo contigo.
Zeros: De acuerdo....
Zeros levanto uno de su brazos, y Zosh se levanto del suelo. El mercenario cerro poco a poco su puño, haciendo que Zosh se retorciera de dolor a medida que apretaba al brazo.
Zeros: Puedo parar en cuanto sueltes el arma...
Zosh: Arrhgg.. Pero que demo... ¡Eres un sith! Arrhgg.
Zeros: Eso es secundario. Baja el arma... o muere.
Zosh no aguanto mas y solto su pistola. En ese momento, Zeros abrio el puño y bajo la mano, cayendo Zosh al suelo.
Zeros: nos volveremos a ver.
Zeros monto en el speeder direccion a la torre de gobierno mientras Zosh se recuperaba del ataque del mercenario...
(continuara)

Sore wa himitsu desu

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16 años 3 meses antes #59 por Xemicaldoll
Respuesta de Xemicaldoll sobre el tema Prologo FFW 2.0
Una gran batalla se concentraba en las principales calles y avenidas de Dathomir, el ejercito mandaloriano se encontraba siendo diezmado en un pequeño sector de la ciudad, dentro de un pequeño edificio se encontraban 15 soldados del equipo Alpha y un puñado de soldados heridos, la batalla era dura el ejercito de Dathomir no se rendiría sin antes dar hasta la ultima bala, Xemical cúbrete! Dijo uno de sus camaradas cuando una granada entro por una ventana, de inmediato la explosión mato a varios soldados y dejo heridos a muchos mas, Xemical sin embargo estaba bien solo aturdida, sus brazos temblaban incapaz de apuntar su rifle y un pitido agudo le impedía escuchar las ordenes de sus superiores, entonces se quito su casco y contemplo el caos..sangre, gritos, disparos.. la guerra..

Al suelo soldado!! Dijo el comandante del cada vez más pequeño batallón y tomándola por un brazo la tumbo al suelo. ¿Acaso estas loca? ¿Buscas que te maten? Le dijo otro de sus compañeros y sujetándola fuerte del brazo corrió con ella hasta una pequeña puerta que daba a una pequeña arboleda y grito: RETIRADAAA!! , el ataque tuvo su efecto y había obligado a los mandalorianos a tomar otra posición mas ventajosa, a tan solo unas calles de ahí se encontraba Zosh, el francotirador miembro del grupo Omega junto con un contingente de hombres recién llegados, frescos y listos para pelear, fue entonces cuando todo tomo un raro giro y de pronto uno a uno los hombre empezaron ser asesinados, una hoja roja, cortaba con una precisión espeluznante… La combatiente no tuvo mas que salir corriendo..¿Esto era un sueño? ¿Acaso era posible? Las cosas se complicaron aun mas, pues ya no estaba en la arboleda, en cambio se encontraba en la nada, rodeada de oscuridad, sola en un limbo sin piso, paredes o techos, solo un sonido podia distinguirse y era el que producen los sables de luz cuando están encendidos, MUESTRATE!! YO TE COMFRONTARE!! Grito la joven asustada, entonces la silueta de un Sith apareció a tan solo unos centímetros de ella, levanto su rifle y disparo en vano, en unos segundos el Sith bloqueó sus disparos y con un fino movimiento la decapitó

AAAAHHH!!, Tranquila! Todo ha sido un sueño… producto de la cámara de regeneración dijo un madaloriano de armadura blanca, un medico. Tenia razón de pronto se encontraba ahora en una camilla de la enfermería de un puesto avanzado. Hay alguien que desea verte Entonces un hombre de aspecto corpulento y Armadura Negra entro en la Habitación, era Dahaka comandante en feje de las fuerzas especiales.

Xemical: Señor! Es un honor. (Asumiendo postura de saludo militar)

Dahaka: Descanse soldado, en las ultimas horas el Sith Nest Vader a sido acorralado a unas pocas calles de aquí, necesitamos de todo el personal disponible para detenerlo

Xemical: yo lo detendré!! Vengare lo que le hizo a mis compañeros..

Dahaka: No por ahora soldado, para el General Faror le es necesario asignarte una misión más importante, deberás encabezar un grupo de búsqueda y rescate para encontrar a los miembros del grupo Omega que están muertos o desaparecidos. Es necesaria que esta misión sea llevada a cabo con mucha discreción pues podría bajar la moral de las tropas. Aquí tienes los objetivos de tu misión con mas detalle (mostrando un pequeños panel) yo me retiro.

Cuente conmigo señor! Dijo la joven mientras su superior abandonaba la habitación . Fue entonces cuando observo sus objetivos

Encontrar a los miembros del grupo Omega que se Encuentran Muertos o desaparecidos:

Estado de la misión: Incompleta

Coronel Naldoom NEL: MIA

Comandante Zephirus ZOSH: MIA

Mayor Leinus LORS : KIA

Continuara…

"A warrior knows nothing of surrender."

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16 años 3 meses antes #60 por Nest_Vader
Respuesta de Nest_Vader sobre el tema Prologo FFW 2.0
Habían pasado muchos minutos desde que Darth Nest comenzó a sentir en su interior esa energía que brotaba de las brujas que se hallaban en la torre de gobierno. Esa sensación abrasaba completamente su marchito corazón, lo hacía fuerte, lo volvía poderoso. Estaba sediento, estaba hambriento. Quería... o, más bien, tenía que alimentarse del poder que poseían aquellas mujeres. Era algo que no podía controlar. Sin embargo, ahora también podía percibir un nuevo ente rico en la Fuerza. De hecho, era extremadamente poderoso. Se sentía atraído por la energía de aquel ser, mas, de alguna forma, sabía que no tenía que ir tras él, sino que él vendría a su presencia.
Una voz sonó en los oídos del Sith. Era una voz joven-vieja, una voz que le resultaba conocida: serena, satisfecha, confiada y tranquilizadora… una voz que había oído atentamente, en otro tiempo y en éste, en su pasado, en su presente, en la nave mandaloriana, en el bosque de Dathomir y en las entrañas de la ciudad en la que estaba. Era la voz de la Fuerza, que nunca lo abandonaba.
«Confía en tus percepciones y concéntrate en el momento», fue todo lo que dijo la voz que identificaba como aquella que emitía la Fuerza en su interior.
Lord Nest volvió en sí y, una vez más, se percató del hecho que le acontecía: estaba parado en la entrada del edificio de refugiados, rodeado por Faror y un contingente de mandalorianos, quienes le apuntaban con sus rifles. El Sith se detuvo a una distancia respetuosa. Aún poseía cardenales causados por disparos de esos blásters, y no sentía una prisa especial por añadir otros nuevos a su colección. Después de todo, su cuerpo ya estaba lo suficientemente destrozado.
– Darth Nest – dijo Faror –, quedas arrestado.
Nest observó al general mandaloriano, sin la menor reticencia.
– Te daré la oportunidad de rendirte – prosiguió Faror –. Si no, me veré obligado a ordenar que abran fuego contra ti.
– Yo no lo creo así – contrarrestó Nest.
El líder mandaloriano alzó la mano derecha e hizo un gesto, y los soldados se movieron para encajonar aun más a su presa.
– Entonces me quedaré aquí, mirando cómo mueres – bufó el general.
Darth Nest vio a los guerreros que lo tenían acorralado. Cargaron sus armas, en un coro de zumbidos, chirridos y chasquidos que fue aumentando de volumen hasta que el Sith tuvo la sensación de estar dentro de una colonia de avispas raptor corellianas. Empezaron también a avistarse mandalorianos en el techo y en las ventanas de la edificación que tenía al frente; primero unos pocos, luego muchos más, como si fueran las primeras gotas de una tormenta de verano. En la calle, varios caían en un chaparrón que hizo temblar el suelo de ferrocreto y ensordeció a Nest. Apuntaron con sus cañones, hasta que el oscuro ser que hostigaban se vio parado en el punto de mira de una cúpula de armas láser. Y durante todo este tiempo, el adepto al reverso tenebroso no se movió.
Si la situación antes, cuando había conocido al escuadrón Omega, parecía desesperada, ahora era todavía peor. No obstante, estando tan cerca de sus presas, esta vez Nest no huiría. Luchaba por sus recuerdos, luchaba por su vida. No permitiría que su objetivo se desvaneciera en un instante.
– ¡Mátenlo! – dijo Faror, echándose para atrás.
Los acorazados soldados dispararon sus armas. El Sith reaccionó a tiempo. La Fuerza le permitió derrumbarse como si de pronto se hubiera desvanecido. Luego, saltando, llevó su sable de luz desde su cinto a su mano y lo encendió, mientras convertía su caída en una voltereta que permitió a su espada trazar un arco que le cortó las piernas a uno de los subordinados de Faror. Así, cuando la Fuerza le puso nuevamente en pie, pudo empujar al tullido hombre, el cual, al paso de la hoja, cayó de lado al suelo, rebotando en dos humeantes pedazos.
Los disparos pasaban junto a los oídos del lord, quien se movía con tal rapidez que de aquellos millones de láser que pasaban, ninguno llegó a rozarle siquiera. Nest lanzó su sable de luz, como si fuera una jabalina, contra otro mandaloriano. La hoja atravesó el pecho blindado del soldado. Al mismo tiempo, el Sith saltó hacia otro guerrero. Cuando aterrizó cerca de él, lo hizo con el sable en la mano, recuperado gracias a un tentáculo de la Fuerza. El oficial moría unos segundos después.
Faror fue testigo, a tan sólo unos dos metros de él, de cómo una de las garras de Nest desnucaba a uno de sus hombres y la otra atravesaba el pecho de un segundo, dejándole el corazón afuera para que lo contemplara un pequeño rato antes de fallecer.
La lucha se intensificaba y toda la avenida se llenó del aullido de los disparos. Nest se desplazó hacia la multitud de mandalorianos, derribándolos primero con disparos desviados y después cortándolos con su espada láser.
Los soldados atacaban, pero con más precaución que los que ya habían muerto. Sus rifles y ellos intentaban mantenerse fuera del alcance de la hoja de luz carmesí. Los cascos mandalorianos tenían reflejos que rayaban la velocidad casi lumínica y estaban provistos de hipersofisticados algoritmos heurísticos de combate que le permitían almacenar información de la experiencia para adaptar sus tácticas a cualquier situación. Pero no era Nest quien debía derrotarlos; Nest ni siquiera luchaba. Sólo era un contenedor. La Fuerza luchaba a través de él, conformada por su habilidad y guiada por su claridad de mente.
El lord Sith previó su propia destrucción en la Fuerza: se encontraba en algún lugar encima y detrás de él, a pocos segundos de distancia. Acudió a recibirla dando un salto y una cabriola hacia atrás, que la Fuerza utilizó para elevarlo limpiamente hasta un alveolo vacío de mandalorianos situado en el pavimento. Los láser de los soldados que estaban apuntándole desde las ventanas del edificio frontal fueron tras él, mas cuando llegaron ya Nest no se hallaba allí, sino saltando más y más atrás, en el laberinto de enemigos que componían las tropas a las que se enfrentaba.
“Aquí”, le dijo la Fuerza de su interior, y Darth Nest se detuvo, manteniendo el equilibrio y contemplando cómo las descargas asesinas se acercaban surcando el aire, como malévolos insectos brillantes. Un instante después, la Fuerza le hizo saltar por otro diluvio de disparos, cuando todos sus combatientes abrieron fuego a la vez contra él. Aferrándose con toda intención, aferrándose de deseo y aferrándose a la vida, el Sith centró toda su atención en un hilo de la Fuerza que lo conducía hasta Faror. No hacia donde estaba ahora el general, sino adonde estaría cuando llegase Nest.
Su mera presencia se convirtió en arma, saltando, moviendo la hoja a tanta velocidad que lo convertía en un escudo deflector salpicando disparos láser en todas direcciones. Mientras giraba y saltaba por toda la calle, los fusilamientos de los cañones de partículas disparadas por los mandalorianos destruían equipo, reventaban ventanas y provocaban un torrente de restos al rojo vivo que se estrellaba contra el suelo, aplastando a parte de los suyos por doquier. Cuando Nest dio una voltereta final en el aire y aterrizó como un nexu, casi la mitad de los soldados enemigos que se interponían entre Faror y él habían quedado destruidos por su propio fuego. Se abrió paso entre la multitud de mandalorianos restantes como si fuera un marjal de cañas cerca de alguna playa iluminada por el sol. Su paso firme dejaba tras de sí un rastro de humeantes pedazos de sus contendientes.
– ¡Sigan disparando! – rugió Faror a sus subordinados supervivientes –. ¡Háganlo pedazos! ¡Por Mandalore!
Nest notó que estaba en el visor de la enorme bazuca de un mandaloriano, y sintió que disparaba una descarga energética tan potente como una granada de protones. Permitió que la Fuerza lo empujase en un salto que lo llevó lo bastante lejos del radio de acción de la explosión. Esto, en vez de destrozarle los huesos, se limitó a darle un empujón muy fuerte y muy caliente que le hizo girar sobre el resto de los hombres y aterrizar en medio de ellos. Un solo corte de su sable láser amputó al soldado de la bazuca. Continuó el movimiento con una patada giratoria que conectó el tacón de su bota con la punta de la barbilla de duranio del casco de otro de sus adversarios, empujándole la cabeza hacia atrás con fuerza suficiente para dejarlo sin sus sentidos. Ciego y sordo, el mandaloriano sólo pudo seguir obedeciendo su última orden, en nombre de Mandalore, y se tambaleó en círculo, disparando convulsivamente al azar y agujereando a parte de sus compañeros y paredes por igual, hasta que el tenebroso Sith le dio fin a su vida con una estocada precisa que le abrió un agujero del tamaño de un pulgar en la caja torácica.
Cadáveres y miembros amputados se amontonaron sobre el ferrocreto. Las decapitaciones y demás mutilaciones tenían una precisión quirúrgica. No obstante, Nest no sólo utilizaba el sable de luz. Llamaba a la Fuerza y lanzaba contra los soldados todo lo que pudiera mover del suelo o arrancar de las paredes. Derribó a cuatro guerreros mediante un empujón de la Fuerza y partió por la mitad a media docena más con su hoja láser. El Sith saltó y aterrizó sobre la cabeza de un perplejo mandaloriano, antes de correr hasta la entrada del refugio de damnificados utilizando a otros como postes en los que apoyarse.
El hambre, la necesidad de poder, volvía a apoderarse del cuerpo de Nest. Una ira intentaba exhalarse de sus adentros.
– ¡Mandalorianos! – aulló Nest a través de sus apretados dientes podridos –. ¡Los mataré!
Nest le dedicó a la cercana torre de gobierno una mueca aprensiva.
“Puede que ahora ese Sith sea demasiado poderoso para que pueda ser controlado”, pensó el general Faror. Aún recordaba lo sorprendido que había quedado al ver a Nest en combate, con todas sus capacidades, en la batalla que hubo en Aris, poco antes de capturarlo.
Fue entonces cuando el terror invadió a Faror. Darth Nest gritó con tal potencia y rabia, que el piso empezó a agrietarse y los edificios cercanos a derrumbarse.

Continuará…

"Todo lo que tienes lo perderás"

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