FAN-FORUM WARS. Partida XI: El Legado


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13 años 11 meses antes #85 por bountyhunter_s1
Las cuadrillas invadían lentamente todo punto de tatooine. Había soldados de asalto, escuadrones de elite, incluso comandos especiales que ya se sentían condenados a jubilarse en las bases de entrenamiento. Enormes masas mecánicas repletas de cañones se contraponían a figuras perezosas y malolientes montadas incómodamente por tropas regulares, y por entremedio de todo ello avanzaba velozmente ese extraño legionario volador de las mil batallas, con sus puertas laterales abiertas y torretas manuales desplegadas, asomándose por cada abertura uno o varios imperiales empuñando rifles y visores de largo rango. Pero la cabina era solo de Nand Ciurg y sus arremolinados pensamientos, escapando de su cabeza, a través de su mandíbula tensa, de su ojos fijos, escapándose entre los atrofiados poros de su rostro repleto de líneas entrecruzadas, tan profundas como las inconmensurables dunas frente a el. La señal transmitida desde la armadura de Nei se volvía más intensa y el radar detectaba actividad térmica relativamente cercana, pero sin confirmación visual. Pero nada de eso cabía por mucho tiempo en su cabeza. Allí solo tenía ese extraño plan, sin forma definida, sin sentido, sin nada más que un puñado de voluntad y un espíritu temerario. “La última señal cierta de Nei fue en el ataque a los imperiales junto a la jedi.”. El líder de la cuadrilla ahora a su mando le había informado que el infiltrado era en realidad una mujer, según un chamuscado comando de elite sobreviviente. “Se quitó el casco… estúpida, hubiera sido tan fácil de ocultar y una gran distracción para los imperiales en su frente interno… heredó mucho de su madre.” El sensor térmico comenzó a titilar y la computadora de navegación emitió la alerta de proximidad. Ciurg aminoró la marcha pero no de forma súbita, pues no quería tener a los cascos imperiales demasiado concentrados antes de tiempo. Ciurg ajustó los indicadores visuales que se disparaban enloquecidos. La computadora daba confirmación pero sus ojos no. A lo lejos avistaba una conocida casita a medio destruir y no tenía dudas de que allí estaba Nei o lo que quedara de ella, y mas importante, la jedi. Pero también era consciente de los efectos del desierto y de cómo pueden ser aprovechados, así como de las capacidades técnicas de su nave. Todo olia a trampa, pues los sistemas del legionario no avisaban de sujetos particulares sino de naves o armamento pesado. No era un error, no se trataba de un sensor descalibrado. Congeló los sistemas detectores y disminuyó aún más la marcha. El ondulamiento del aire caliente fastidiaba la vista, pero no tanto como para impedirle diferenciar lo que buscaba. Arena y mas arena, una sola tonalidad, unas rocas a las 11 en punto tan solitarias como un gundark perdido en Hoth, y algo extraño un tanto mas allá de ellas, mirando hacía anchorhead. “La arena es amarilla, pero algo opaca, como un dorado viejo. ¿Pero desde cuando se volvió amarilla brillante?”. Podía ser una ilusión, un engaño de su mente, pero un hombre peligroso es aquel que no se deja engañar por sus ojos, el hombre que ve con todos sus sentidos.

-El calor del suelo se ve…diferente. ¡Láminas reflectoras!- abrió el canal de radio- ¡muévanse mascotas, tenemos algo esperándonos justo antes de la ubicación del objetivo!

- Recibido.- replicó secamente el imperial desde el sector de cargas, asomando medio cuerpo a través de la abertura lateral derecha del Legionario. Volvió la vista a sus hombres ya enterados de la situación y vio a TX-8937 acercarse con el holoproyector titilando- ¿Comunicación directa?

- El general Darian en persona, señor.

- Hágase a un lado, quiero una transmisión lo más clara posible.- desbloqueó el dispositivo y la figura férrea de Darian se proyectó con mucha interferencia- Le escucho, señor.

Nand Ciurg procuró dejar la nave en tierra rápidamente, o mas bien en arena relativamente sólida. Pocas naves contaban con un sistema de anclaje tan flexible como el de su nave, otra de las maravillas codiseñadas entre el y Redilaz.
El mercenario notó también una frecuencia de transmisión desconocida dentro de su nave. “No me gustan las jugadas por detrás… pero es el imperio, viejo, y tu un mercenario, no son tan idiotas para confiar tan rápido”. Tras un par de intentos fallidos la nave quedó en suelo. Ciurg se puso en pié enseguida y se colocó el casco. Dirigió su atención a sus armas. Comprobó las cuchillas, los blasters, abrió el lanzamisiles y comprobó que todo se movía con fluidez. Comenzaba a acostumbrarse a la idea de que tendría que verificar periódicamente todo aquello ya que los sensores de daños solo le asistirían mediante el visor de su casco, y aún así no resultaban totalmente precisos.

- Parece que hay aceite para rato, viejo amigo.- se dijo en otro de sus cada vez más recurrentes monólogos- viniste a hacer algo. Hazlo.





Tras salir del Legionario por la escotilla inferior justo debajo de la cabina, esa misma que le prohibió usar miles de veces a Nei, Ciurg encontró a quienes dudaba en llamar sus hombres agrupados en un círculo irregular con su líder en medio.

- hey… ¿puedo jugar yo también o es solo para soldaditos?

- Nada en especial señor, solo pasaba cuenta de mis hombres.

- ajá, muy bien… muy responsable. Ahora voy a hablar yo, mientras tú cuentas la arena.

- ¿Qué dice?

- Lo que oíste, inbecil, y no me creas ingenuo comunicándote con tus jefes a mis espaldas.

- Soy un oficial del imperio, debo reportarme periódicamente y en este caso lo hice por usted… ¡Y me niego a otro de sus juegos!, solo recibiré ordenes suyas en cuanto estén encausadas al objetivo.

- Te niegas!, bien, está mejorando tu actitud, sigue así y quizás te vuelvas inteligente.- haciendo despectivamente a un lado al irritado líder, Ciurg miró de lado a lado a los idénticos soldados- Esta es la situación, chicos. Tenemos al objetivo a una mínima distancia, para ser preciso, si ajustan sus visores en dirección angular a Anchorhead verán una maltratada construcción, allí esta la Jedi que buscamos.

-Como lo sabe? – replicó un soldado

Ciurg se le acercó. Le miró con la cabeza torcida y le dio un par de golpecitos en la armadura.

- Vaya, no se que están comiendo pero se están poniendo muy listos… lo sé porque lo sé. ¿Entendido?

- Entendido, señor.

- Ahora bien, he decidido avanzar a pie a partir de este punto debido a la presencia de una lectura térmica anómala pero que no puede confirmarse visualmente..

- Un camuflaje?

- Una nave camuflada, por el alto rango que abarca. No sería lógico usar las armas del Legionario porque alertaría al objetivo principal, así que nos dividiremos en 2 grupos, uno, liderado por su superinteligente oficial al mando, irá a por el objetivo con máximo sigilio mientras el restante, liderado por mi, esperará tranquilamente en esta posición.

- Vaya, una posición muy sacrificada- reprochó el líder verificando su E-11.

- Digamos que es lo que te pierdes por ser un oficial del imperio, tener que reportarte periódicamente y bla bla bla… así que ve y verifica ese intento de emboscada mientras te lamentas por se tan obediente a tus superiores.

- Créame, prefiero vivir lamentándome a vivir en deslealtad a mi imperio- se dirigió a su grupo principal- grupo Brisa, conmigo, grupo Trueno, cuiden a nuestro jefe interino…

Tras asentir sonoramente como un grupo de colegiales tras su instructora, el grupo brisa partió lentamente dunas abajo flanqueando el sector sospechoso.

“Terminaré matando a este tipo, lo sé.”

Dejando a los soldados montar guardia en el perímetro de la nave Ciurg reingreso directamente a la sala de comunicaciones, el único lugar donde los imperiales no pudieron haber plantado ningún dispositivo. La desconfianza había crecido muy rápido y notaba cada vez mas como su plan hacía agua por todas partes. No tardó en sentirse un rehén del imperio, un rehén que se entregó voluntariamente. Intentó triangular una señal codificada hacia el transmisor de Nei. Si podía lograr adelantarse y sacar ventaja de los imperiales podría revertir su dudoso trato, después de todo no sería la primera vez que se cargara a un entero escuadrón de cascos blancos y saliera indemne. Claro que antes no estaba Darian. Antes su nombre no estaba en la mira del imperio.
“Estas empezando a arrepentirte seguido. Te estás poniendo viejo”, se repetía mientras esperaba confirmación de la señal de Nei. La computadora no pudo establecer contacto y Ciurg, perdiendo el control, arrancó una parte del panel y la arrojó a un lado.

- Lo haremos a la antigua, entonces!

El canal de radio se abrió inesperadamente dejándolo casi sordo. Una monótona voz imperial al otro lado.

- Señor, tenía razón, hallaron una nave camuflada con un tripulante. El líder de escuadrón solicita autorización para proceder hacia el objetivo principal.

- NEGATIVO! PONGANSE EN CAMINO HACIA ALLÁ!

-Todas las unidades señor?

-TODOS!.



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13 años 11 meses antes #86 por bountyhunter_s1
El Bothan no había hablado. Le capturaron y llevaron tras una formación de rocas similar a una pared. Pensó en avisar, pensó en gritar, pero recordó que nadie le pagó para ello, así que prefirió callar y quedar bien con todo el mundo. El imperial había sido bastante amable, a comparación del sujeto humanoide, quizás máquina, quizás humano.

- Le dije que no hablaría- dijo a Ciurg el líder de escuadrón, sin perder de vista la que alguna vez fue casa de Kiuz Henderán- Usted solo nos hace perder el tiempo.

La sangre de Nand Ciurg hervía dentro de su recortado circuito de venas y arterias. “Definitivamente le clavaré una estaca a este tipo y decoraré con ella la antena transmisora del Legionario”.

- Que propones soldadito? Vamos!, Ilumíname con el manual del buen imperial…

- El procedimiento prevé la ejecución de todo aquel que auxilie a enemigos del imperio.

Ciurg verificaba sus pistolas frente al bothan mirando a la casa. Comprobó que el peso de las cosas en sus manos le resultaba extremadamente liviano, contradictorio a la gravedad local. Sería mejor que no fuera permanente, un signo de que aun no terminaba de acostumbrarse a los implantes, de otra manera todas las mejoras serían inútiles. Regresó su atención al bothan, los imperiales y esa estúpida idea suya.

- Bueno bola de pelos, ponte en pié y vete en esa dirección, si no eres tan inservible como estos soldados llegarás a Anchorhead, donde muy probablemente te conviertan en lana y te cuelguen en una tienda…o, muy difícilmente, logres tener suerte. LARGO!.

El bothan no se permitió preguntarse si había oído lo que creyó oír. Se incorporó y echó a correr despavorido hacía una irregular línea oscura al final del panorama. Anchorhead.

- ¿Para eso me preguntó que debíamos hacer?

El caza recompensas rió para si mismo

- Bueno, ¿Querías dejar de perder el tiempo? Toma a cinco hombres. Yo entro primero. El resto que marque un perímetro y dispare a todo lo que intente salir.

El soldado asintió y seleccionó a dedo cinco de sus subordinados, que se alinearon con el.

Abandonaron la cobertura y avanzaron a campo abierto hacia la maltratada edificación. A poca distancia de la entrada el grueso de los soldados formaron un círculo alrededor de la casa mientras el grupo de ataque se colocó el posición tras Ciurg.

Ciurg ajustó el balance de sus auriculares en línea con el sensor externo, que actuaban en conjunto como un medidor de ondas. La actividad era alta. Mas de un individuo dentro, máximo tres. Recordó, accidentalmente, que Nei estaba adentro, que aún la necesitaba sin quería terminar el plan y que los imperiales tenían propensión a disparar primero y preguntar después.

- Su jefe quiere al objetivo con vida. Mantengan eso en mente.

Los soldados asintieron. Ciurg notó movimiento inmediato tras la puerta, y no dudo. Disparó al cerramiento de seguridad bloqueado y dio un puntapié certero a la mitad superior de la entrada, dejando a la puerta colgando a un lado. Contuvo la respiración al tiempo que se internaba en un ambiente de aire ionizado y disparos recientes, vio una mujer incorporándose ágilmente con un sable láser y a su hija apuntando a un sujeto que, a su vez, se le vino encima como una estampida de rabia. Esquivó un disparó, recibió otro en el casco. Era un buen tirador, y le pareció el momento ideal para mostrarle que el era aún mejor. Ejecutó una ráfaga martillante de disparos contra el sujeto que se echó desesperadamente tras unos muebles destrozados en busca de cobertura.

- Sabía que vendrías! -. Exclamó Nei uniéndose a la Jedi Ann que mantenía la guardia alta ante el siguiente movimiento de su captor y del nuevo y nada agradable invitado.

Ciurg obvió todo aquello y partió el escondite del joven en dos con un brutal movimiento de sus garras. Hizo a un lado con animal fiereza las partes y tomó al joven dejando su cuello entre los filos de sus garras, casi clavado a la pared.

- Ya no te ves tan fiero, chico.

Los ojos del muchacho despedían todo su odio contra el sujeto que le arrebató a los suyos. Años de frustración a punto de terminar en un vergonzoso fracaso. Todo pendía de la voluntad de Ciurg, que no notó familiaridad alguna en ese rostro, ni siquiera por la marca que el mismo había grabado en ese rostro, pero halló sin embargo en el lado izquierdo del cuello del chico algo muy particular, una marca similar a un juego de formas cilíndricas superpuestas. Demasiado familiar.

- No lo mates!- le interrumpió Nei – Esperé mucho para esto!

- Eres del círculo interno, verdad, colega? – inquirió Ciurg al joven asfixiándolo contra la pared y colocando sus garras láser al ras de su piel como años atrás ya había hecho.

- Oh no..

Las dos pálidas palabras de Nei y el sonido que le sucedió congelaron a Ciurg por completo.

- No voltee. Le he observado lo suficiente como para saber que su armadura no cubre bien la nuca. Su juego terminó y lo tenemos donde lo queríamos, Ciurg.

El líder de escuadrón inmovilizaba a Ciurg mientras el batallón entero se apiñaba en la casa apuntando a Ann y Nei. El muchacho se escabulló de las garras de Ciurg sonriendo ávidamente, colocándose, blaster en mano, cara a cara con el mercenario.

- ¿Qué se siente no poder hacer nada por ti y por los tuyos, Nand?

Su corazón casi no latía. Perdido, casi inaudible. El imperio lo había traicionado, o al menos le había ganado de mano. Y el tatuaje ya se lo había dicho todo, tarde, pero con sentido. Se sintió nuevamente viejo, dócil, previsible, estúpido. Todo eso ante esos ojos llenos de rabia añeja, esa mandíbula comprimida y esa cicatriz profunda. “No la quieren por la buenas viejo idiota, vamos a mostrarle al imperio un poco de la gloria Ciurg”

- Habrá guerra.

El soldado y el muchacho supieron exactamente lo que eso significaba pero no fueron tan rápidos como Ciurg, que en microsegundos salió de la mira, siendo apenas rozado por el disparo del soldado que terminó carbonizándole la oreja izquierda al misterioso captor de Nei. Entre los gritos de dolor del herido y una lluvia de disparos imprecisos, Ann empuñó nuevamente su elegante arma amputando las manos de los tres imperiales mas cercanos.
Nei abrió fuego, haciéndole nuevos agujeros a los cascos mientras seguía maravillada los ondulantes movimientos del sable láser.

- Tengo que comprarme un par de esos!

Ciurg por su parte arremetió contra un soldado partiéndolo literalmente en dos. Avanzó hacia la entrada a sangre y fuego contra unos soldados tan desesperados por salir como el. En la distracción de su primer arremetida el Líder de escuadrón y el muchacho ganaron la entrada.

- Lo subestimaste!, Y tu eres líder?!- gritó desaforadamente el joven caza recompensas aturdido al punto de casi no oir nada.

- Es demasiado rápido, como un maldito jedi pero con un arsenal incorporado!- despachó culpas el oficial del imperio al tiempo que abría el canal general- Repliéguense en formación contra ofensiva!

- Ahora es tu problema. Fuiste notificado del cambio de planes y de mi entrada en esto, volveré al punto de extracción.

- Es solo un hombre, ¿ustedes lo contrataban y le temen tanto?.

El muchacho se hizo del speeder de uno de los soldados y partió en dirección a Mos Eisley.

Desde el exterior la casa despedía humo, gritos y disparos hacia todas las direcciones. La suerte estaba del lado del imperio. Dos escuadrones llegaron a la zona y comenzaron a abrir fuego a distancia por orden de su líder común, el capital Beysen. El ex subordinado de Ciurg se aseguró tras la formación sólida. Allí lo esperaba Beysen que acababa de recibir órdenes directas.

- Capitán Reddy. Se suponía que solo tendría una extracción aquí.- reprochó Beysen al líder de escuadrón de Ciurg.

- Algo parecido me dijeron a mi, capitán Beysen, pero alguien omitió mencionar que ese Nand Ciurg desayuna soldados de elite cada mañana.

- Para eso entrenamos Reddy. Queda relevado, los mandos están decepcionados con usted así que vaya quitándose ese distintivo.

Mientras tanto, Ciurg ganó la entrada tras arrancarle la cabeza, medula espinal incluida, al último soldado dentro de la casa.

- Formaron una maldita pared de imperiales ahí afuera…- avisó a su hija y su accidental aliada jedi, que por su parte habían acabado con lo que Ciurg no.

Nei se apoyó tras su padre y extendió la cabeza algo más allá del despedazado marco. Sus grandes ojos se volvieron aún mas grandes ante la imagen de un caza TIE volando bajo, que maniobraba para dar apoyo aéreo al ataque imperial.

- Van a arrasarnos!

- No- repuso Ann haciéndose de un par de blasters de imperiales que ya no los necesitarían- dudo que quién esté detrás de todo esto quiera que le lleven lo que busca en pedazos, vámonos de aquí antes de que sea tarde!

Ciurg rió sonoramente siguiendo la trayectoria del caza, un TIE bastante maltratado con varias series de antigüedad, destinado a misiones de apoyo terrestre que pasó sobre ellos y se alejaba en posición opuesta a Anchorhead iniciando las maniobras de regreso.

- Una reflexión encomiable, querida, claro que poco lógica a menos que tengas una nave guardada en el bolsillo.

- Y tu que tienes? ¡No actúes como si tuvieras todo bajo control!

- En peores me he visto.



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13 años 11 meses antes #87 por bountyhunter_s1
El TIE venia de regreso, anunciado por su terrorífico sonido característico. Abrió fuego contra la débil edificación. Los tres fugitivos se cubrieron como pudieron. Una montaña de arena se levantó tras varios impactos hasta que una carga iónica dio de lleno contra el techo dejando la casa con un gran ventanal superior.

Ann entendía perfectamente que a Ciurg le importaba menos que nada la supervivencia de su hija. Y al parecer tampoco la suya propia. En pié sobre los escombros de la entrada, disparaba a diestra y siniestra, acertando con pericia, pero recibiendo un impacto tras otro sobre una armadura al rojo vivo. Allí, en la línea de fuego, entre toda la muerte y poco de la vida, Ann percibió con claridad como el lado oscuro en su expresión mas bruta e inacabada operaba sobre el, un emisario de aquello en lo que la galaxia podría convertirse si el legado de la luz era aplacado. Súbitamente, otra explosión que pulverizó los cimientos de la casa la dejó en el suelo, con una pierna atrapada por un enorme trozo de construcción. El caza ejecutó un segundo ataque tan quirúrgico como el anterior, clara muestra de que la intensión era hacerlos salir mas bien que aplastarlos definitivamente. La joven jedi logró liberarse del escollo, alegrándose de que aún podía sentir su pierna, algo entumecida, pero bajo su control. Pero una convulsión profunda la tomó por sorpresa, como si la fuerza se estremeciera a su alrededor. Se puso en pie, pero se inclinó una vez más casi siendo alcanzada por uno de los muchos disparos que los soldados lograban acertar a través de las ventanas, agujeros y grietas que presentaba la casa. Fue recién entonces que vió a Nei, ahogándose en su sangre, jalando para extraer de su estómago una barra metálica que voló tras la explosión.

- Oh no! Déjame ayudarle!- Ann apartó las temblorosas manos de Nei, y extrajo de un tirón el trozo metálico.

La chica lanzó un grito ahogado. Se inclinó a un lado dejando caer la sangre que le subió por la garganta. La herida no era demasiado grande pero sus órganos estaban seriamente comprometidos El objeto logró alcanzarla por mala suerte justo entre la unión de la pieza pectoral y la abdominal, un mínimo punto débil que no estaba desprotegido hasta que Nei se quitó la mayor parte de la armadura imperial, en el viaje a bordo del invisible.

- Ya veo por qué había dejado de usar esta armadura-dijo débilmente Nei viendo como su padre mantenía a raya al imperio.

- No hables y espérame aquí, saldremos de esta, si?

- No te…preocupes- la mirada de joven recuperó esa desagradable y temeraria expresión de arrogancia- en peores me he visto…

Ann sonrió casi sin quererlo.

- Sin duda eres hija de tu padre…

Ciurg activó el blaster de precisión de su brazo. Comenzó a diezmar primero a los soldados con armas de mayor alcance. Contó siete tiradores con rifles de francotirador, bastante desprotegidos. Era un ataque caótico y no veía ningún distintivo anaranjado que indicara un superior. “Mejor que sigas escondido, soldadito”

En lo que se convirtió en un centro de mando improvisado tras la formación rocosa cercana a la destruida casa, Beysen intentaba comprender las distorsionadas órdenes que le llegaban.

Tiene…torización…proceder…neutrali…objetivos.

- No es del todo clara- afirmó el capital a Reddy, que observaba con un visor de alto rango como 2 batallones y lo que quedaba de otro no podían con la efectividad de una jedi y un par de mercenarios- Necesitamos amplificar la señal, no me arriesgaré.

- Es lo suficientemente clara para proceder. Neutralizar objetivos.

- Pareces apurado, Reddy. Terminar con esto rápidamente no limpiará el hecho de que no pudiste controlar una situación por demás favorable. Tenías la confianza de Ciurg además de un infiltrado asegurando a la jedi y a la chica, pero ese sujeto, un solo hombre, eliminó a tu escuadrón delante de tus ojos.

- Esto no es una competencia. Asumiré mis errores ante quien deba, pero esto debe acabar antes de que se vuelva más grande. Sabes bien cuanto fastidia al General Darian una sola baja y aquí tenemos un cementerio en ascenso!

Beysen observó lo que le rodeaba. Tres soldados muertos a unos pasos, cinco sobre la parte alta de las rocas y una treintena y media en campo abierto hacia el refugio de los fugitivos. Fue testigo del momento exacto en que un disparo de Ciurg alcanzaba la cabeza de uno de sus hombres, cayendo y permaneciendo en shock nervioso mientras la sangre escapaba por la parte baja del casco. A su lado se amontonaban una decena más. Buenos soldados, los conocía y sabía que no merecían morir en manos de una escoria tan baja como ese tal Nand Ciurg, invisible, en todas partes a la hora de atacar y en ninguna a la hora de intentar atacarle. Beysen concluyó que esta vez Reddy hablaba razonablemente.

- Piloto TIE, me copia?

- Afirmativo, capitán, iniciando nuevo ataque intimidatorio.

- Negativo, aborte ataque quirúrgico, abra fuego a discreción, repito, fuego a discreción sobre el blanco.

- Recibido.

El caza regresaba para aplastar definitivamente la amenaza. El piloto comenzó a medir el cuadrante de tiro. Por su parte, Ciurg le seguía como quien observa detenidamente a una gran bestia, buscando un punto débil, sabiendo que solo tiene una oportunidad. Activó el lanzamisil. El visor marcó tres trayectorias posibles. Ann le cubría como podía, por momentos devolviendo disparos con su sable, o directamente usando los blasters que encontraba entre las ruinas del lugar.

- Escúchame caza recompensas!, la chica está herida, debemos sacarla!

- Es muy grave?

- Muy! Se ha perforado el estómago, la hemorragia no para!- respondió Ann al tiempo que hacía volar el casco de un imperial devolviéndole su propio tiro.

- Mala suerte entonces. Déjala y cúbreme mientras me ocupo de esa porquería voladora.

Una repulsiva indignación invadió cada parte de la jedi, como si hasta entonces le hubiese faltado algo que terminara de convencerla de que Nand Ciurg era una pestilencia viviente sin más propósito y fin que si mismo.

- Egoísta, cruel y perverso. Eres lo peor de lo peor, Ciurg. No me quedaré a esperar que te quedes sin nada que lanzarles y nos frían a todos!

- Me parece justo, lárgate antes de que se me ocurra lanzarles jedis

El mercenario ajustó la trayectoria definitiva en su visor. Apuntó el pequeño lanzamisiles con solo dos proyectiles disponibles de los supuestos seis que Redilaz mencionó. Ya no importaba. No le importaba más nada que arrastrar en su muerte segura a todos los que pudiera.
Ciurg lanzó el primer proyectil, que silbó como un ave de fuego elevándose a las estrellas. Inmediatamente lanzó el segundo con una trayectoria un poco más elevada.

Ann arrastró a Nei del charco de sangre donde yacía inconsciente. Apoyó su voluntad en la fuerza y sacó como pudo a la chica a través de un gran agujero que el ataque del caza había hecho en la pared trasera de la casa, hacía el patio. Cada paso le era más difícil y pesado bajo el ocaso de los soles gemelos. Su cuerpo cedía, agotado, en contraposición a la creciente determinación.

- No se mueva!

Las inconfundibles palabras procesadas desde un casco fueron exactamente lo que no hubiera querido oír. Eran siete, más uno un poco más lejos con un una enorme repetidora imperial.

- Es todo lo que puedo hacer por ti compañera- dijo Ann al tiempo que su blaster y sable láser golpeaban pesadamente la arena. Volteó hacia Nei, pálida, muerta a la vista de cualquiera, pero aún viva según la aguda percepción de la jedi en la fuerza. Nuevamente había algo extraño en ella, moribunda, pero a la vez resistiendo de forma impresionante. “¿Que es lo que tiene esta niña?, Cualquiera ya estaría muerto…cualquiera a menos que… no, no es posible, de ser así lo sentiría. Lo sentiría, ¿como lo que sentí en la casa?”.
Los soldados empujaron cobardemente a Ann dejándola en el suelo. La jedi ni lo notó. Estaba cara a cara con la muchacha que arrastraba una posibilidad que la trastornaba gravemente. “¿Puede ser que tu seas…”


En Tanto, el piloto del caza advirtió el primer misil de Ciurg, elevó la nave lo más que pudo y sintió el roce del proyectil pasando de largo por debajo de la nave. Lo había logrado al costo de entrar en la trayectoria del segundo misil, sin siquiera percatarse de ello. La cabina estalló expulsando sus férreas vísceras hacía atrás al tiempo que se mantuvo en curso directo a quien la derribó como un asteroide en llamas.
El caza recompensas dejó caer pesadamente sus manos, perplejo y rendido.

- Oh no otra vez…

Lo poco que quedaba de la vivienda voló en grandes pedazos por el aire tras el golpe de la cabina llameante. Las alas en cambio salieron disparadas aún más lejos, alcanzando una de ellas a uno de los soldados que retenían a Ann y Nei. La jedi observó con una mezcla de perplejidad y satisfacción ese estallido “un final miserable para un sujeto miserable”, se dijo. Los soldados entraron por unos instantes en confusión al ver como el ala enterraba vivo a uno de los suyos, pero ni siquiera pasó por la mente de Ann la idea de retomar la huida en semejante desventaja. Su prioridad era ahora asegurarse la supervivencia de Nei Ciurg y descubrir si sus sentimientos en la fuerza estaban equivocados o no.



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13 años 11 meses antes #88 por bountyhunter_s1
Un par de horas después en el Destructor estelar Singularidad, en órbita sobre Tatooine, El general Darian atendía personalmente a la comunicación del tembloroso capitán Beysen.

- Bajas totales?

- Tres.. tres escuadrones regulares señor, un escuadrón de Elite, un piloto TIE, además del cabo asesinado por la hija de Ciurg. También las tropas de rastreo dieron con un cuerpo carbonizado en las cercanías de la zona, se intentó una análisis de compatibilidad de ADN pero debido al estado de los restos será un tanto complicado establecerlo rápidamente, aún así el número de soldados contabilizados es preciso.

- Eso correspondería también en caso de que tengamos otro infiltrado. No importa cuanto tarde o como lo hagan, asegúrese de ello. Ahora bien, cual es el estado de los objetivos?

- Tenemos a la jedi capturada y segura, la caza recompensas está grave, no creo que sobreviva una hora estándar mas.

- Más le vale que lo haga. Creí haber dado órdenes de que quiero a todos los objetivos con vida. ¿ y Nand Ciurg?.

- Pues, es completamente ilógico señor, pero sobrevivió, aunque según el sanitario su estado es gravísimo, posiblemente irreversible.

-Así hallan quedado un par de piezas sueltas de su armadura manchadas con su sangre, quiero que me lo traiga. ¿He sido claro?

- Absolutamente señor, las tropas están siendo re agrupadas y estaremos dejando Tatooine a la brevedad.

- Bien. Comuníquele al capitán Reddy que está automáticamente descendido a cabo. Y en cuanto a usted… Intentaré asumir que sus deficiencias son contraídas del pésimo manejo de Reddy antes de su llegada, así que no me decepcione en entregarme a los fugitivos en tiempo y forma.

Tras cortar la comunicación. Darian quedó de cara a la superficie de Tatooine. No dejaría pasar impune semejante burla montada por un mercenario mediocre, un hombre falto de palabra o cualquier código moral. Tras el a una respetuosa distancia se encontraba el teniente Ch´Arb, esperando que su superior le diera pié para presentar su informe.

- Deje de adornar la habitación teniente. Diga lo que vino a decir.

- Discúlpeme general. Proinsias Rooneri desea saber si el trato sigue en pié ahora que, según el, cumplió su parte.

- Lo está. Por más desagradable que me resulte acceder a las demandas de un criminal del bajo mundo como el, reconozco que nos ha ayudado mucho con su organización a la hora de aniquilar jedis y en este caso, de no ser por su información sobre la hija de Ciurg todo esto hubiera sido aún mas catastrófico. Dígale que le entregaré a Ciurg padre e hija pero solo luego de ocuparme de ellos.



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13 años 11 meses antes #89 por General Darian
Quirófano 2, Ala de Neurocirugía, Bahía Médica del Destructor estelar Singularidad

El paciente había ingresado en un estado gravísimo, inconsciente y severamente mutilado, aunque a juzgar por los restos de los implantes cibernéticos, muchas de sus heridas no eran recientes. Al deparamento de urgencias había obrado un auténtico milagro al mantenerlo con vida y estabilizarlo, el general Darian había dado la orden de mantener al cazarrecompensas y a su hija con vida, a cualquier precio. También había dado otra orden más difícil de realizar, orden que el mayor Sorannan, oficial médico en jefe del destructor estelar, estaba apunto de ejecutar.

El dispositivo tenía un tamaño minúsculo, pero era ciertamente letal. Una cápsula que contenía un agente neurotóxico muy potente, de efecto mortífero e instantáneo, lo mejor que habían creado los laboratorios de la división de armas químicas del Imperio. El veneno estaba conectado a un diabólico ingenio de control remoto que liberaría la toxina al recibir la señal adecuada. Sorannan realizó la incisión en el cuero cabelludo de Ciurg y retiró la piel y el músculo hata que el blanco craneo apareció bañado en sangre. El hábil cirujano utilizó un escalpelo láser para retirar un pequeño fragmento de hueso, lo que dejó expuestas las grises circunvoluciones del cerebro de Ciurg.

Tras dos horas de meticulosa intervención quirúrgica, el mayor Sorannan se las había arreglado para colocar el dispositivo en el lugar adecuado, un enlace neuronal vital. El aparato estaba provisto con un sistema de protección que se activaría si alguien trataba de retirarlo, anulando completamente las funciones cerebrales superiores de Ciurg y reduciéndolo a un vegetal carente de consciencia. Ninguna cirugía o implante cibernético podría recuperar la personalidad o recuerdos de Ciurg al ser destruidas las neuronas esenciales en el proceso. Este mecanismo de seguridad era una medida para prevenir el improbable caso de que el dispositivo fuese localizado. Sorannan reconocía que la parte más brillante del plan era que el propio Ciurg nunca tendría conocimiento de la "bomba" que llevaba alojada en el cerebro, lo que lo dejaría expuesto a la muerte cuando el general Darian lo considerase oportuno.

Cuando Sorannan hubo vuelto a soldar el hueso craneal y reinjertado la piel, tan sólo una pequeña cicatriz dejaba rastro del proceso. Cicatriz que se confundía entre el interminable número de heridas que había sufrido el cazarrecompensas. Dos enfermeros se aproximaron para llevar al paciente a la sala de recuperación cuando sonó el intercomunicador.
—Aquí Sorannan.
—¿Está hecho? —la voz del general Darian era inconfundible.
—Si, señor —respondió el médico con satisfacción profesional—. No ha sido fácil, pero el proyecto Damocles se ha completado a la perfección.
—¿Que hay de la hija? —inquirió sécamente.
—Está estable y fuera de peligro.
—Excelente, infórmeme cuando estén en condiciones de ser entregados al señor Rooneri.
—Sí, señor.

Continuará....

"Estamos hablando del Imperio, todo el que da órdenes es de primera categoría".
Han Solo (La Tregua de Bakura)

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13 años 11 meses antes #90 por General Darian
Hylliard City, Myrkr

La cantina estaba abarrotada de gente y el ambiente parecía bastante animado, un hombre de estatura y complexión mediana, aspecto corriente y desprovisto de cualquier rasgo llamativo observó el entorno circundante de forma casual mientras aguardaba en el umbral de la puerta. Tras unos segundos, se adentró en el local y tomó asiento en una pequeña mesa vacía de una esquina. Mientras se quitaba su guardapolvo gris hizo una señal al camarero, quien no pareció reparar en su presencia y lo ignoró. El hombre se limitó a esbozar una pequeña sonrisa.

Llevaba a penas unos minutos saboreando una taza de té de Tanna, que finalmente le había servido el camarero con aspecto de haberle hecho un gran favor, cuando vió a los dos hombres que había estado observando discretamente levantarse de su mesa. Su objetivo llevaba una arma escondida con la que encañonaba al otro.
"mierda... ¿que se creerá que está haciendo?" pensó.
Dejó un puñado de créditos sobre la polvorienta mesa, recogió su abrigo y se dirigió hacia la salida con calma perfectamente ensayada mientras acariciaba la empuñadura de su propia arma oculta.

La calle estaba oscura, la mortecina luz del sol se desvanecía según avanzaba la noche, los dos hombres avanzaron por una calle lateral sin percibir la presencia furtiva que los seguía. Se detuvieron de repente frente a la puerta de un almacén, en los suburbios de la ciudad, cerca de la linde del bosque que la rodeaba. El hombre más corpulento golpeó tres veces la puerta metálica, fue contestado por dos golpes sordos desde el interior, volvió a golpear la puerta, una única vez. La puerta se abrió iluminando la calle con la luz proveniente del interior, ambos hombres entraron en el almacén mientras una sombra oscura se movía sigilosamente hacia la parte de atrás. La sombra alcanzó un pequeño ventanal elevado encaramándose sobre una pila de cajas viejas de mercancías, desde allí pudo observar la misteriosa reunión que tenía lugar en su interior. No le gustó lo que vió.

Continuará....

"Estamos hablando del Imperio, todo el que da órdenes es de primera categoría".
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