En el espacio de Coruscant mientras evadia cazas TIE, disparos de turbolaser de naves enemigas. Sabía que la cosa iba mal, pero en ocasiones una derrota por mucho que parezca puede volverse una victoria.

Orius: Muchachos, reagrupense, y ordenen a las naves capitales que comiencen un bombardeo orbital.

Joven Jedi: ¿Te volviste loco? Podrían morir muchos civiles.

Jedi1: Tiene razón JJ.

Uchiha: Si no mal recuerdan esta es una maldita guerra, siempre hay muertos, inocentes o no.

Orius: Uchiha, al fin que alguien me encuentre la razón, hay que reventar el maldito palacio de Dalen, y darle una baja definitiva a la cabecilla imperial, así como de los edificios del almirantazgo.

Corso: No me gusta nada esto, pero es verdad, hay que acabar con el imperio en su propia raíz.

Los jedis se reagruparon para dar un ataque violento.

Corso: Siento odio en ti Orius.

Orius: Más que odio, quiero ver como el fascista de Dalen cae, después de entrar en mi casa, y de creerse superior a la fuerza, es hora de que pague por todos sus crímenes.

Corso: Cuidado con la senda que estas siguiendo, al dejarte llevar por tus emociones.

Orius: Se para donde conducen, pero algo me ayudan.

En ello, al empezar a botar todas mis malas emociones, me descargaba disparando a cazas TIE que caían con gran facilidad, a caza enemigo que colocaba en la mira, lo destruía con una precisiób quirurgica. De pronto ví un destructor averiado, que se movilizaba a la retaguardia del cerco imperial, así que apunté bien los torpedos de protones, y disparé a su reactor expuesto, y le di de lleno haciendolo explotar, inflingiendo daño a varias naves imperiales y varios cazas que salir muy mal parados con la explosión, estaba sobreexigiendome como piloto, pero era lo mejor que podía hacer para evitar ser seducido por el lado oscuro, sabía que si bajaba en Coruscant y buscaba a los grandes cabecillas imperiales me iría mal, tal vez terminaría consumido por el lado oscuro de la fuerza.

Así que proseguí apoyando a mis compañeros jedis, eramos una pequeña esperanza para la república, y sabía que podíamos vencer, porque mientras hubiera un atisbo de vida, existiría la fuerza, y yo le sirvo a ella.

- ¿Y qué pretende? ¡Es un suicidio! -gritaba por la radio JJ.

- Tú déjale tranquilo -respondió Uchiha.

Joven Jedi se alineó con Corso y derribaron otra tanda más de cazas que no parecían acabarse. Tendrían que buscar la forma de pasar y atacar por tierra, no sin antes causar algunos destrozos para su ventaja. Estaba claro que por el aire no iban a vencer, por ello estaba provistos de maquinaria terrestre.

Un disparo sobresaltó a Joven Jedi. Era un caza imperial normal y corriente.

Persiguió a JJ sin descanso durante al menos un mintuo, disparándole sin cesar. Era un hueso duro de roer.

- Corso, échame una mano. No me despego de uno. Dale un susto mientras sus cañones se recargan.

En el momento que dejó de disparar Corso se avalanzó sobre él, pero no consiguió darle. No obstante, el caza enemigo maniobró y perdió el rastro durante un momento de JJ.

- Gracias, eso ha servido.

Pero cuando su mirada se fijó hacia adelante vio como el mismo caza, y si no otro parecido, se acercaba a él fugazmente mientras descargaba sus cañones contra él.

- ¡Mierdaaaaaa! -gritó JJ por la radio.

Logró esquivarle por unos pocos centímetros, pero el control de su nave era imposible. Le faltaba un ala, y el motor estaba dañado.

- ¡Tengo que aterrizar! -gritó alarmado Joven Jedi.

- ¿Estás loco? ¡Te fusilarán! -advirtió Kenobi.

- ¿Y que quieres, que me rematen aquí? -levantó la voz JJ.

- Hazlo JJ, yo te escolto -dijo Corso.

- No, no... dejarme solo... no quiero cobrar vidas inocentes. Intentaré aterrizar y os esparé aquí, para cuando despleguéis el armamento militar terrestre.

Hubo un silencio en la radio, solo interrumpido por los disparos.

- ¿Seguro que quieres ir solo? -insistió Jedi1.

- Es lo mejor... antes de que salte por los aires.

- Que la fuerza te acompañe -dijo Ichir.

Joven Jedi mantuvo recto el monoplaza y atravesó Coruscant dando un rodeo. Sin embargo, el caza enemigo le siguió.

Uchiha maniobró en el espacio,deshaciendose de unos cuantos cazas,y se dirigió con su escuadron contra el cordón imperial.

—Concentraos en un punto en concreto,lo que buscamos es una brecha
—Entendido señor

Los cazas comenzaron a disparar hacia el los cazas y fragatas imperiales,y poco a poco iban abriendose un espacio.Cuando Uchiha vio el hueco,se coló por él,con el resto de su escuadrón y una nave de transporte republicana.

—Fijaré la base en un lugar seguro —Dijo Uchiha,a traves del altavoz— Me guiaré por los datos que me pase Twon.Seguid intentando entrar.

Uchiha y el escuadron entraron en el planeta,y comenzaron a esquivar las defensas.

—Twon,¿has visto algo raro? —Preguntó Uchiha— Dime algún lugar donde podamos asentarnos
—Hay una serie de naves que parecen desavitadas,y son muy altas,casi como un edificio normal —Dijo Twon— Creo que es un ben lugar,te mando las coordenadas

Uchiha las recibió y se dirigió al lugar en ustión.Cuando llegó entendió porque Twon le había dicho que estaba deshabitadas.El metal estaba oxidado,las ventanas rotas....sería un comienzo.

—Deprisa,aterrizad —Dijo Uchiha— Que salgan los soldados y patrullen la zona,estamos alejados del centro.En cuanto bajen los demás comenzaremos el ataque.

El escuadron y la nave de transporte aterrizaron en el suelo,pero Uchiha prefirió hacerlo en la azotea de un gran edificio.Desde arriba,vio como las tropas desembarcaban,junto con los vehiculos,y comenzaban a patrullar.

Sacó su transmisor y comenzó a hablar.

—Y estamos asentados,os mando las coordenadas
—Bien,nosotros entraremos en cuanto podamos —Dijo Ken,a traves del transmisor— Intenta que no te descubran
—Lo intentaré

Uchiha guardo el dispositivo,y se disponia a bajar a tierra cuando unos disparos le rodearon.Miró hacia atrás,y vio como un caza se dirigía directamente hacia él,abriendo fuego.Comenzó a correr.

—Menos mal que no tenían que descubrirme...

Rodó por el sulo para evitar que el caza le atropellara,y cuando se levantó vio que sobre el caza estaba de pie O'Shovah,observandole.

—Con que esas tenemos....

Uchiha corrió hacia el borde del edifició y saltó usando la fuerza.Sobrevoló la superficie durante unos segundos,y pudo ver que la batalla ya había comenzado,y como los republicanos y los imperiales intercambiaban disparos.Pero con ese salto n había sido sufciente para alcanzar el caza de O'Shovah,y empezó a caer al vacío.

Como una exalación,un caza apareció bajo sus pies,y Uchiha se agarró a él.

—Gracias,Twon
—De nada —Dijo,desde dentro de la cabina

En los suburbios de Coruscant, en una zona retirada, cubierta de barro, un fino humo se dejaba ver. Una nave semidestrozada, con un prendimiento de fuego pequeño en un ala, respiraba angustioso.

La cabina se abrió, atascándose un poco y con un sonido chirriante. Una mano humana se apoyo en el borde, sin fuerza. Las venas se tensaron y se divisó el brazo de un hombre.

Joven Jedi arrastró su cintura hasta el círculo separador. Continuó esforzándose hasta que su cuerpo quedó inerte, rodando por el ala entero, hasta desplomarse de bruces en el suelo.

Se levantó con sus brazos y logró incorporárse. Se llevó la mano a su sudorosa frente, recuperando la visión y evitando vomitar por las náuseas.

- Ni un sólo movimiento o eres hombre muerto -amenazó una voz.

Joven Jedi se limitó a girar la cabeza. Su visión se volvió nítida. Vio un humano vestido de negro, elegante, portando varias pistolas láser sencillas.

- ¿Me estás amenazando con eso? -se sorprendió Joven Jedi.

El hombre apuntó con su mano izquierda y disparó al suelo. JJ se apartó, pero el suelo que tenía delante explosionó y lo lanzó por los aires. Entonces el asesino apuntó con su otro brazo.

- No estás en condiciones de combatirme.

Se encontraba algo mejor, pero turbio. Se llevó la mano al cinturón y cogió su sable con total naturalidad.

- ¡Estúpido! -le gritó el hombre.

Disparó un láser normal, cuando estando sentado Joven Jedi saltó hacia atrás, desviando el disparo. Pero una vez recuperó el equilibrio su mano sufrió el dolor de un disparo acertado.

- No está mal, no juegues.

Fue el momento. Un escombro procedente de la navo chocó con Enoham, derribándolo. Joven Jedi comenzó a correr, tenía cosas más urgentes.

- Le haré una visita a un amigo -pensó JJ.

(...)

Un rascacielos, apartado del centro de la ciudad. En el último piso, un tipo siniestro, oscuro, trajeteaba con unos papeles.

- Señor Jones, una visita -le informó la secretaria.

- Que no me interrumpa nadie... estoy ocupado...

La puerta cayó derribada con fuerza. De un sobresalto el hombre se levantó, llevándose la mano al bolsillo.

- Que tal colega -dijo Joven Jedi sonriendo.

- Tú... ¿¡Que haces aquí?! Estoy limpio...

- Por supuesto mi querido Sugar Jones... pero creo que necesito un favor tuyo.

- No, basta, nuestras cuentas quedaron saldadas. Acordamos olvidar todo.

- Hombre, yo sí, pero la república no sé si opinará lo mismo, en los tribunales... tú sabes que yo no tengo el suficiente poder... -sonrió JJ.

- No me engañarás, sé que estáis en guerra, no podéis perder el tiempo. Yo ahora mismo solo quiero salvar mi culo -dijo Sugar Jones.

- ¿Por qué Sugar? ¿Tienes miedo?

- Solo digo que ahora no puedes hacerme nada.

Joven Jedi encendió su sable amarillo y se lo puso en el cuello a Sugar Jones.

- No tengo tiempo que perder. O me ayudas por las buenas, o por las malas. No me obligues. Puedo destrozar tu vida.

- Está bien... -dijo tragando saliba.

- Necesito una nave.

Guió al Jedi por un pasillo hasta una especie de hangar privado.

- Aquí tienes... 3 modelos contemporáneos...

- ¿Estás de broma? Esto es chatarra. No es un cuarto de bueno que una nave republicana.

- Es lo que tengo tío...

- ¿Y de dóndes las sacaste? ¿Las has robado?

- No.

- Oye, necesito algo para combatir, no para suicidarme -insistió Joven Jedi.

- Con una condición. ¡No vuelvas nunca más!

- Está hecho. Y es más, no conozco nada de tí -guiñó el ojo JJ.

- Está bien -accionó un botón.- Esta es mi mejor nave. Importada de Malastare. Es ilegal, y está preparada para combatir.

- Esto me gusta más... gracias...

Se montó en ella y comprobó los controles.

- Por cierto Sugar -dijo JJ,- Si alguien pregunta por mí, no he estado nunca.

- ¿¿Que?? ¡¡Quien te persigue mamón!!

En el hangar del destructor Imperial, soldados imperiales esperaban a que el jedi bajase de la nave, no podían atacarles pues mantenía los escudos del caza activados.
Desde dentro Ihcir les contemplaba y a su vez estaba pensando qué podía hacer, era una situación didícil, estaba solo, rodeado y en una nave enemiga...

-No me puedo quedar aquí...-Se dijo a sí mismo

Ihcir salió del caza de un salto encendiendo a su vez el sáble láser y empezando a devolver los disparos de los soldados

-Son muchos...-suspiró

Poniendose detrás de los cazas imperiales que estaban aterrizados en el hangar, Ihcir resistía los ataques enemigos que cada vez eran más.
Ihcir estaba acabado, los soldados imperiales no hacían más que aparecer tras las puertas que conducían al hangar, y cuando todo parecía perdido para el jedi, un ataque procedente de un crucero republicano, hizó que el destructor imperial empezase a caer hacia la superficie del planeta, todos resvalaron hacia el lateral del que el destructor se escoraba.
Ihcir intentó ponerse en pié y acercarse a su caza mientras caían hacia Coruscant, lo consiguió, una vez dentro notaba como el peso de los otros cazas que caían contra el suyo deformaban la estructura de su nave, para evitar daños mayores, mediante la fuerza desactivó el campo de fuerza que sellaba el hangar, en cuanto lo descactivó, todos los cazas y soldados que se encontraban en el hangar empezaron a caer sin remedio hacia el planeta.
A Ihcir se le había averiado el motor, tal vez meterse dentro de su caza fuese mala idea, ahora se dirigía hacia una muerte peor...
Sobre el planeta Coruscant, se produjo una lluvia de naves que iban chocando contra los rascacielos sembrando el pánico en el planeta, a pocos metros del suelo, Ihcir logró forzar la escotilla de su caza y saltó al bacio.
Ihcir llegó al suelo de la capital pegandose un tremendo golpe, aun así seguía vivo aun que todavía no havía pasado lo peor...

Joven Jedi despegó con el caza, y modificó rapidamente la radio para contactar con sus compañeros.

- Aquí Joven Jedi, ¿me recibe alguien?

- Alto y claro -acertó Corso.

- ¿Como está la situación?

- Algunos han conseguido atravesar el cinturón. Pero hemos sufrido muchísimas bajas aéreas por culpa de los cañones.

- Está bien, os echaré una mano. Les atacaré por detrás.

(...)

Sugar Jones se movía velozmente en su despacho, recogiendo todo material de valor. Una vez sus maletas echas, se dispuso a atravesar la puerta cuando la sombra de un hombre le hizo detenerse.

- ¿Adónde vas? -preguntó Enoham.

- ¿A usted que le importa? -dijo tartamudeando Sugar Jones.

- ¿No habrás visto por aquí alguien, verdad?

- Veo mucha gente...

- No deberías jugar conmigo. Escucha, si me muestras una forma de poder identificarlo te perdonaré la vida.

- ¿Lo prometes? -preguntó aterrorizado.

- Claro, es más, cuando acabe la guerra puedes dar por supuesto que el Imperio no se meterá en tus negocios... sean cuales sean... -prometió Enoham.

- Está bien...

Sugar Jones cogió un dispositivo de la mesa y se dejó guiar por Enoham hasta su caza.

- Una vez lo conecte al ordenador verá un punto rojo. Ese punto será el hombre que busca.

- Muchas gracias amigo.

Una vez lo conectó, Enoham comprobó que funcionaba.

- ¿Me dejará marchar? -insistió Sugar.

- Por supuesto -dijo desenfundando su bláster.

- Oye... ¿Que haces? ¡Espera! ¡Te he ayudado! ¡No puedes matarme!

A sangre fría, Enhoam disparó contra la sien de Sugar Jones. Al instante su cuerpo sin fuerza cayó al suelo, en una posición incómoda. El agente le propinó dos disparos más en el pecho.

Pero el misteroso asesino comenzó a sudar. Guardó su arma y se sentó, intentando calmarse. Una vez lo consiguió, se montó en su nave y se dirigió al punto.

(...)

Una nave diferente a las republicanas embistió con una lluvia de láseres a varios cazas. Barrió del espacio varias decenas, en un ataque por sorpresa.

- Adelante, los que podáis entrar -ordenó Joven Jedi.

Corso le acompañó y consiguieron aterrizar en Coruscant. Su escuadra hizo lo mismo. Era el momento de atacar por tierra.